Nacida el 5 de agosto de 1975 en Rabat, hija de un activista sindical, Ibtissame Lachgar es psicóloga clínica y psicoterapeuta especializada en victimología y criminología (graduada en 2000 por la Universidad París V), pero sobre todo una activista feminista y de derechos humanos conocida por sus acciones de desobediencia civil y sus posturas radicales sobre las libertades individuales.
Reside entre Rabat y París y es activista en dos colectivos: el Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales (MALI, que significa «¿qué hay de diferente en mí?» en árabe dialectal) en Marruecos desde 2009, y el Colectivo para la Abolición de la Pornografía y la Prostitución (CAPP) en Francia desde 2020.
El Movimiento Alternativo para las Libertades Individuales (MALI) que fundó con la periodista Zineb El Rhazoui, es una organización laica y universalista.
En Marruecos, el movimiento MALI se ha dado a conocer a través de acciones espectaculares destinadas a cuestionar y abrir el debate sobre cuestiones sociales, y cambio en las leyes. Entre estas acciones destacan:

En 2009 un picnic organizado en pleno Ramadán en Mohammedia para exigir el derecho a no ayunar durante el mes sagrado, sin ser castigado con una pena de prisión de uno a seis meses y una multa de 200 a 500 dírhams.
Ibtissame Lachgar anunció públicamente en 2012 que se había sometido a un aborto, exponiéndose al riesgo de ser procesada. Se inició un debate nacional y, en marzo de 2015, el rey Mohammed VI abordó el asunto y ordenó un proyecto de ley sobre la reforma de la legislación que regula el aborto en Marruecos.

En 2013 se organizó una «besada» de unas cuarenta personas frente al Parlamento de Rabat para apoyar a las adolescentes procesadas en Nador por «exposición indecente» tras publicar una foto de su beso en Facebook. Las imágenes del beso, violentamente interrumpidas por una persona presente en el lugar, dieron la vuelta al mundo.

Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el movimiento M.A.L.I., en 2017, tiñó de rojo sangre las fuentes del centro de Rabat. El objetivo: concienciar a la opinión pública sobre la violencia machista y denunciar la situación de las mujeres y las niñas en Marruecos. Ibtissame Lachgar estuvo apunto de ser procesada por esta acción y manifestó:

«Esta actuación fue una forma simbólica de recordar a los marroquíes que millones de mujeres son víctimas de violencia en todas sus formas. Pero, al parecer, eso es menos importante que los daños a las fuentes».

En 2019 MALI renombra las calles de Rabat con placas dedicadas a mujeres “famosas pero invisibles”, para devolverles su lugar a las mujeres excluidas del espacio público, confinadas al ámbito doméstico.

El 10 de Agosto de 2025, Lachgar fue arrestada en Rabat, tras publicar una fotografía en redes sociales con una camiseta que decía «Alá es lesbiana». La foto fue tomada en Londres. Betty vistió la camiseta por primera vez en 2022 fuera de Marruecos para condenar la pena de muerte de dos lesbianas en Irán. 
El lema es una apropiación del famoso lema feminista antirracista atribuido a la feminista francesa AnneMarie Fauret «Vi a Dios. Es negra, comunista y lesbiana».
El 3 de septiembre de 2025, tras varios aplazamientos de la audiencia y la reiterada denegación de su libertad provisional, el Tribunal de Primera Instancia de Rabat dictó sentencia: Ibtissame “Betty” Lachgar fue condenada a 30 meses de prisión y a una multa de 50.000 dírhams por “atentar contra el islam”. Esta sentencia se produce en un clima marcado por una masiva campaña de acoso en internet, y amplificada posteriormente por posturas políticas. La defensa anunció inmediatamente su intención de apelar, recordando el alarmante estado de salud de Betty, superviviente de un cáncer poco común y amenazada con perder un brazo por falta de atención adecuada durante su detención.

Su hermana, Siham Lachgar, confirma que Betty ha estado recluida en aislamiento desde su encarcelamiento. Sin colchón, con limitado contacto con su red de apoyo y sin recibir atención médica urgente. Siham afirma: 

“Ha estado recluida en condiciones crueles y degradantes que constituyen tortura psicológica y violan su integridad… Tiene dolor. Está agotada. Ha perdido mucho peso. Cada día sin la atención adecuada es un día de más ¿Por qué mi hermana Ibtissame Betty Lachgar está siendo sometida a este trato tan severo? La única explicación es que este castigo no es por lo que ha hecho, sino por quién es y lo que representa”.