Por Mariluz Secilla

de LGB Asociación

NEUROSEXISMO, PREGUNTAS INCÓMODAS

 

Algunas personas defenderán que  el debate  social que se está produciendo en torno a las personas transgénero, se debería limitar exclusivamente a una discusión política, pero dado que las investigaciones científicas se están produciendo y que desde algunos sectores se está aprovechando el desconocimiento o la confusión que puede producir la aparición de publicaciones que defienden  la cualidad innata de una identidad transgénero, he considerado necesario aclarar alguno de los puntos claves respecto a este tipo de investigaciones.

En su último artículo, «Brain sex, differences that do not diferentiate» (1) , Sallie Baxendale explica lo siguiente: que

el  uso de neuroimágenes para estudiar a las personas transgénero ha generado tanto interés clínico como atención social. La identificación de un «cerebro transgénero» es vista por algunos como evidencia de una  identidad de género innata y duradera. Esto resulta atractivo tanto para quienes  suscriben la noción de una identidad de género determinada biológicamente  como para los médicos encargados de identificar las mejores vías de tratamiento para los jóvenes con angustia relacionada con el género . Otros enfatizan la influencia de los factores ambientales  y psicosociales en la estructura y función del cerebro, sugiriendo que las neuroimágenes podrían ayudar a dilucidar los factores  que contribuyen a una identidad trans.

Es necesario explicar que la neuroimagen puede presentarse como una lente objetiva, pero la  interpretación de los datos de imagen está determinada por una serie de complejas decisiones humanas, lo que la hace muy susceptible al sesgo.  Los estudios de imagen cerebral son especialmente vulnerables a la mala interpretación en el campo altamente polarizado de la medicina de género.

Los estudios de neuroimagen de personas transgénero se han centrado principalmente en identificar correlatos estructurales o funcionales de  la identidad trans, la disforia de género o los efectos de la  terapia hormonal.

El uso de neuroimágenes estructurales para determinar si  las personas transgénero «nacen en el cuerpo equivocado» es  fundamentalmente erróneo, ya que el cerebro no es un órgano sexualmente dimórfico. A diferencia de la naturaleza binaria de la anatomía reproductiva, ninguna característica estructural del cerebro lo identifica de manera definitiva como  masculino o femenino.

La superposición entre hombres y mujeres en la estructura cerebral es considerable y, al igual que en la estatura, las diferencias identificadas en estos estudios pueden ser estadísticamente significativas a nivel de grupo, pero no pueden  utilizarse como marcador categórico a nivel individual. Del mismo modo que una mujer no es más masculina por medir 169 cm, un cerebro no es menos masculino por tener algunas características estructurales más comunes en las mujeres. 

En los estudios que exploran el «cerebro transgénero» surgen complejidades adicionales. Los diseños de los estudios deben controlar una multitud de factores de confusión, entre ellos la etapa de desarrollo neurológico, las comorbilidades psiquiátricas, la orientación sexual y la neurodiversidad. Sin esos controles, resulta muy difícil aislar las diferencias cerebrales que se relacionan específicamente con la identidad de género.

Para maximizar su valor, los futuros estudios de neuroimagen en el campo de la identidad de género deben adherirse a principios de diseño rigurosos.

Estos incluyen: 

(1) el uso de protocolos pre registrados y  basados en hipótesis; 

(2) tamaños de muestra suficientemente grandes y con poder estadístico. Los estudios con poder estadístico inadecuado aumentan el riesgo de falsos positivos y producen tamaños de efecto inflados. Los análisis de potencia a priori deben incluirse como parte del diseño del estudio, utilizando tamaños de efecto extraídos de estudios previos o metaanálisis para garantizar estimaciones de muestra adecuadas; 

(3) análisis enmascarados (ciegos) con correcciones adecuadas para  comparaciones múltiples; 

(4) control cuidadoso de variables de confusión  como el tratamiento/exposición hormonal, las comorbilidades psiquiátricas  y la etapa de desarrollo; 

(5) inclusión de  participantes que no hayan recibido tratamiento farmacológico siempre que sea posible; 

(6) análisis estratificados basados en el sexo biológico, la orientación sexual y la neurodiversidad. El cumplimiento de estas normas mejorará la  reproducibilidad, reducirá el sesgo y aumentará el valor clínico y científico de la investigación en este ámbito complejo y en constante evolución.  Incluso en el contexto de resultados estadísticos sólidos, los investigadores deben evitar confundir la significación estadística con la  relevancia clínica.

Las neuroimágenes proporcionan información sobre los correlatos —no las causas— de la disforia de género. El cerebro físico es el resultado de una interacción dinámica entre factores biológicos, psicológicos y socioambientales. Hacer demasiado hincapié en las diferencias estructurales o funcionales del cerebro conlleva el riesgo de caer en una forma de «neuroesencialismo», que intenta ubicar la identidad en redes y vías neuronales inmutables.

Estas últimas conclusiones de Baxendale son especialmente relevantes porque inciden  en la necesidad de  añadir la influencia cultural o social a la hora de analizar los casos de incongruencia de género.

Precisamente esto es lo que nos explicaba Gina Rippon en su ensayo «El género y  nuestros cerebros» (2), cómo influyen los aspectos culturales y sociales en cómo se percibe la identidad en una persona.

Por una parte Gina Rippon alerta del neurosexismo (3), como la teoría que defiende que los cerebros de mujeres y hombres  predisponen a  tener  distintas aptitudes cognitivas, distintas personalidades y distintos temperamentos. Los estudios que afirmaban esta premisa tenían fallos metodológicos que han podido ser refutados y en su ensayo Rippon  expone varios ejemplos. Lo que queda manifiesto con la evidencia científica es que no existen cerebros de hombres y mujeres. 

Sin embargo sí que  se ha podido constatar la neuroplasticidad del cerebro,  esto es,  la habilidad del sistema nervioso para modificar su estructura y funcionamiento ante nuevos estímulos, el aprendizaje o tras una lesión. La plasticidad cerebral opera en múltiples niveles: desde cambios microscópicos en las conexiones sinápticas hasta reorganizaciones masivas de áreas cerebrales completas

Entre los factores que intervienen en la  neuroplasticidad está incluida  la influencia cultural.

Como ejemplo de esto,  Rippon expone en su ensayo  el estudio de un grupo de psicólogos de Nueva York que  advirtió que las niñas aplicaban las etiquetas de género/ etiquetas sexistas, antes que los niños. Como posible explicación mencionaron la socialización, el hecho de que las ropas y los adornos femeninos son más distintivos. Un estudio posterior de algunos miembros del mismo equipo demostró que las niñas de tres y cuatro años tenían muchas más probabilidades  de atravesar una fase de “rigidez de género”, en cuanto a su aspecto, de oponerse a vestir  nada que no fuera faldas o vestidos rosas. «Halim, Ruble, Tamis- LeMonda» 2014 (4)

Rippon dedica todo el capitulo 9 a explicar que el cerebro de niños y niñas tiene la capacidad de incorporar y procesar toda la información que recibe del exterior y que esto se manifestaría no solo en el ya conocido aprendizaje cognitivo, sino también en la reproducción de los estereotipos sexistas que inundan  nuestra sociedad. Esto quiere decir que las niñas no tendrían una inclinación innata hacia ciertos gustos, sino que estarían expresando el mensaje que reciben de la sociedad. 

Tal y como afirma Baxendale  es necesario incorporar los factores sociales  y culturales en la investigación de por qué se presentan estas manifestaciones de personas transgénero, sobre todo en los casos de la infancia y la adolescencia,  con el fin de determinar  si  son consecuencia de la asimilación de los estereotipos sexistas tanto si se muestra rechazo hacia ellos  como si son aceptados.

No se puede obviar de todas formas, que la influencia cultural o social  en el comportamiento de las personas, es algo que se abordó por autores como Pierre Bourdieu al desarrollar el concepto de violencia simbólica y que la teoría feminista perfeccionó como argumentación teórica al conseguir relacionarla con la desigualdad de poder que sufren las mujeres y su influencia en el comportamiento de las personas en la sociedad.

Cualquier persona ajena a la Ciencia podría pensar que este  enfoque que se propone  es un campo inexplorado y sin metodología propia, es necesario aclarar que esto no es así en absoluto.
Para estudiar un órgano complejo como el cerebro la Ciencia dispone de metodología contrastada como son los sistemas complejos.
Esto es importante de explicar, porque en este debate se están invisibilizando a propósito las herramientas que nos podrían ayudar a dilucidar el dilema que nos ocupa.

¿Qué es un sistema complejo? Un sistema complejo es un conjunto de elementos que interactúan entre sí y exhiben propiedades y comportamientos colectivos que no pueden entenderse simplemente analizando las partes de forma aislada. Esto se debe a que las interacciones entre los componentes dan lugar a características emergentes, lo que hace que el sistema en su conjunto se comporte de maneras que no son evidentes a partir de la suma de sus partes individuales.

Para entender lo relevantes que son los sistemas complejos, pondré como ejemplo el Informe «Los límites del crecimiento» (1972) (5), en el que un equipo de científicos cuya autora principal fue la biofísica Donella Meadows, consiguió demostrar el colapso que provocaría mantener un crecimiento ilimitado, una conclusión que actualmente nadie pone en discusión, pero que no se suele explicar el importante avance que supuso la aplicación en esta investigación de los sistemas complejos o dinámica de sistemas.
El cerebro humano se considera uno de los mejores ejemplos de sistema complejo, por lo que aplicar la metodología de sistemas complejos sería fundamental en la investigación (6)

Una de las claves de los sistemas complejos es que no se pueden obviar ninguno de los factores que intervienen en dicho sistema, incluyéndose  todos en los análisis.  Incorporar esta perspectiva tanto en el ámbito de las neurociencias como en el sociológico o el antropológico contribuiría sin duda a acercarnos a algún tipo de conclusión y a poner en práctica el pensamiento crítico entre todos los actores sociales.

Ahora mismo nos queda comprobar si como sociedad tenemos la suficiente madurez democrática de permitir que se desarrollen las investigaciones sobre este tema, sin que las personas que quieren profundizar ya sea investigando o compartiendo su conocimiento con el resto de la sociedad  sean censuradas, canceladas o amenazadas con perder su puesto de trabajo.

Resulta muy triste que el órgano objeto de estudio, el que tiene la capacidad de encontrar soluciones a las preguntas que se están planteando, el cerebro humano, sea el dispositivo evolutivo al que se le está impidiendo llevar a cabo su función primordial, pensar.

 NOTAS
  1. Brain Sex: Differences That Do Not Differentiate (julio 2025)
    https://link.springer.com/article/10.1007/s10508-025-03306-z
  2. https://www.galaxiagutenberg.com/producto/el-genero-y-nuestros-cerebros/
    El género y nuestros cerebros (Galaxia Gutenberg, 2020) 
  3. Parte de la neurociencia de los años 90 incluía en sus estudios los estereotipos de género como un dato válido más y eso dio origen a lo que la psicóloga Cordelia Fine ha llamado neurosexismo: la justificación del sexismo por la neurociencia.
    https://es.wikipedia.org/wiki/Cordelia_Fine
    https://www.cordelia-fine.com/
  4. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24274727/
  5. informe encargado al MIT por el Club de Roma que fue publicado en 1972, poco antes de la primera crisis del petróleo. La autora principal del informe, en el que colaboraron 17 profesionales, fue Donella Meadows, biofísica y científica ambiental, especializada en dinámica de sistemas.
    https://es.wikipedia.org/wiki/Los_l%C3%ADmites_del_crecimiento
  6. https://ineurociencias.org/sistemas-de-procesamiento-complejo-en-las-neurociencias/

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Sallie Baxendale es neuropsicóloga clínica consultora y profesora de neuropsicología clínica en el University College London (UCL). Trabajó en los programas de cirugía de la epilepsia del Radcliffe Infirmary de Oxford y del Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Londres desde que se graduó como psicóloga clínica en 1992. Actualmente es profesora de Neuropsicología Clínica en el Instituto de Neurología de la UCL, Queen Square, y neuropsicóloga consultora principal del programa de cirugía de la epilepsia del Hospital Nacional de Neurología, Queen Square.

  • https://profiles.ucl.ac.uk/7268-sallie-baxendale/about
    https://can-sg.org/2024/02/13/why-did-three-journals-reject-puberty-blocker-study/
    https://www.ucl.ac.uk/news/2018/aug/dr-sallie-baxendale-receives-award-international-neuropsychological-society

Gina Rippon (nacida en 1950)es una neurocientífica y feminista británica. Es profesora emérita de neuroimágenes cognitivas en el Aston Brain Centre de la Universidad de Aston, Birmingham. Rippon también ha formado parte del consejo editorial del International Journal of Psychophysiology. En 2019, Rippon publicó su libro Gendered Brain: The New Neuroscience that Shatters the Myth of the Female Brain (La nueva neurociencia que rompe el mito del cerebro femenino), que investiga el papel de las experiencias de la vida y la biología en el desarrollo del cerebro.

  • https://es.wikipedia.org/wiki/Gina_Rippon
    https://yorokobu.es/gina-rippon/
    https://www.eldiario.es/sociedad/gina-rippon-neurocientifica-mala-ciencia-base-desigualdad-genero_128_6202596.html

Donella «Danna» H. Meadows (Illinois, 13 de marzo de 1941-Nuevo Hampshire, 20 de febrero de 2001) fue una científica ambiental, maestra y escritora estadounidense. Es conocida por ser la autora de The Limits to Growth y Thinking in Systems: a Primer.

  • https://es.wikipedia.org/wiki/Donella_Meadows
    https://institutodesostenibilidad.es/sostenibilidad-en-femenino-donella-meadows/